Cancún.- Uno de los hijos del socio mayoritario de Grupo Xcaret cuenta con una denuncia penal en su contra por el presunto hostigamiento, acoso y discriminación en contra de quien fuera la directora de su empresa de rentadora de carros. Esto, al ser acusado de recurrir a tácticas de “mobbing” para obligar a renunciar a esta persona, y así evitar liquidarla.
Luis Miguel Q. figura en la carpeta de investigación 6652/2025, interpuesta como ampliación de la denuncia 5864/2025 y seguida de la 7456/2025, en la que se añade al apoderado legal de Xcaret, Enrique Y. Todos estos expedientes están en manos de la Fiscalía General del Estado, aunque permanecen “congelados”, por aparentes irregularidades por parte del personal de este organismo.
Olivia Montes de Oca, la denunciante, narra que ella tenía 20 años de trabajo en la empresa “Admovil S.A. de C.V.”, creada por Luis Miguel y David Q., los dos hijos del socio mayoritario de Xcaret. Al parecer, esta rentadora de autos fue ideada como una estrategia para adquirir una serie de autos exóticos de lujo, a través de una persona moral y con supuestos fines de lucro, para así ahorrar en tenencia.
La empresa contaba con 12 vehículos exóticos, incluido un McLaren y un Porsche, mismos que, de haber sido comprados directamente por los hermanos, habrían generado un pago de tenencia de seis millones de pesos. Este cobro fue reducido a prácticamente nada, al ser declarados como vehículos de trabajo.
Junto a esos automóviles, también adquirieron 15 vehículos de precio normal, para el uso de la rentadora.

Antes de la llegada de Olivia Montes de Oca, la empresa prácticamente no generaba ingresos, lo que significaba que su flota se perdía por el paso del tiempo.
“No daba ganancia, pero ellos estaban felices, pues podían ahorrarse la tenencia de su colección de coches”, indicó Montes de Oca.
En 2013 hubo diferencias con el administrador, por lo que en su lugar quedó “de forma temporal” Olivia, aunque ella se mantuvo en ese cargo, después con el título de directora, por 11 años.
Con la flota prácticamente destruida, los hermanos pensaban declararse en quiebra y así evitar pagar salarios, pero Olivia, quien tenía experiencia en otras rentadoras, supo manejar contratos con diversas empresas y dependencias de gobierno; incluso, rentaba coches para el festival de música electrónica “bpm”.

Con la promesa de tener participación, la directora se encargó de subsanar los problemas administrativos, incluido sanear la flota inservible, subarrendar coches de otras rentadoras y atender los contratos adquiridos. A partir de 2015, ya operaba bajo la marca “Xotics”.
Mientras tanto los socios continuaban con la compra de carros de lujo, cuyo mantenimiento cargaban a la empresa. Esto significaba un lastre para la rentadora, cuyas utilidades se volvían a invertir.
En 2016, habían colocado al apoderado de Xcaret, Enrique Y., a cargo de la contabilidad, pero cuatro años después, esta persona abandonó esa responsabilidad y allí la directora descubre que por cuatro años no había hecho declaraciones ante Hacienda. A partir de entonces, tuvo que rescatar la documentación que pudo y comenzar a regularizar su situación, labor que tomó cerca de tres años.
La llegada del COVID-19 lo cambió todo, pues al paralizarse las actividades, la directora decide diversificar el negocio, para lo cual obtiene placas federales, para operar como transportista. Rápidamente, esta actividad se vuelve más importante que la renta de vehículos.
Debido a diferencias personales entre los hermanos, el servicio de transporte no ingresaba al hotel Xcaret México, pero al inaugurarse el hotel Xcaret Arte, la directora decide aplicar como cualquier empresa, sin avisarles, y logra adquirir el permiso para trabajar allí.
“En 2022, ya cerrábamos con 600 mil pesos, solo por ese hotel”, recuerda. Pronto, los invitaron para Xcaret México, lo que incrementó todavía más sus números.
La labor de Olivia Montes de Oca era impecable. Xotics se hizo merecedora en dos ocasiones de la certificación “Moderniza” de la Secretaría de Turismo federal, en 2017, y en 2024. Ella recibió este distintivo de manos de la gobernadora Mara Lezama.

PAGA CONSECUENCIAS DE RIÑA FRATERNA
Para este entonces, un hermano ya era el vicepresidente de Grupo Xcaret, en tanto que Luis Miguel Q. había sido excluido, al ser considerado como poco responsable. Esto generó fuertes tensiones entre ambos.
De pronto, una empresa en la que figuraban como socios, pero que les servía solo como esquema fiscal, se transformó en un negocio redituable. La administración de la misma se convirtió casi en un “campo de batalla”, pues ambos querían evitar que el otro obtuviera beneficios de la misma.
“Fue aquí, en 2023, cuando empezaron los problemas, porque se empiezan a acusar de beneficiarse. ‘¿Por qué favoreces a mi hermano?’, me reclamaba Luis”, recuerda. “Incluso tenía él una Suburban, pero al enterarse que su hermano se había comprado una, decide comprarse una Yukon y me entrega la que ya no quería, que la puse a trabajar”.
Un tema que nadie quería mencionar, pero que todos tenían muy presentes, eran las comisiones que le correspondían a la directora, pero que por 10 años no habían sido pagados. Ella en un inicio dejaba que se acumularan, pues le importaba la supervivencia de la empresa, pero al crecer el monto, quedó claro que ya incomodaba a los socios, que no tenían intenciones de cubrirlo.
Los cuestionamientos, las inconformidades, fueron en aumento. A ella la pusieron a “incubar” al hijo de Luis Miguel, Kalani Q., a quien ellos querían que la reemplazara en la empresa.
Lo que siguió fueron 15 meses de “infierno”, en el que Olivia Montes de Oca recibía toda clase de exigencias, tanto en lo laboral, como en lo personal (ella se encargaba de cuidar los vehículos de estos hermanos).
De forma increíble, trajeron de regreso a Enrique Y., quien les había fallado la contabilidad, para supuestamente ver lo administrativo, aunque en realidad en lo que se enfocó fue en hacerle la vida imposible a Montes de Oca, en un hostigamiento que ya era abierto.
DESTITUIDA Y HOSTIGADA
“En octubre (de 2023) me envían a Silvia B., fiscalista de Xcaret”, comenta. “Yo acudo a verla con el contador y con el hijo de Luis Miguel, y de inmediato ella me empezó a acusar de cosas y decir de que ‘no sabía cómo le había hecho’, pero luego me dijo que no quería ver los números que había llevado, porque ‘no se quería meter en pleitos’. Yo me pregunté, ‘¿y entonces, a qué vino?’”.
La directora le explico que “Xotics” sí rendía frutos como rentadora, pero por años había sido ‘desangrada’ por los gastos que le cargaban los hermanos. Fue solo hasta que la empresa además se hizo transportista federal, que comenzó a generar ingresos.
La fiscalista le comentó que, a no ser que lograra sentar a ambos hermanos, algo imposible por sus diferencias, las inconformidades y los malos entendidos nunca cesarían.
Un mes después, debió reunirse con Juan Manuel S., jefe de finanzas de Xcaret, quien revisó durante dos horas todas las cuentas que le presentó, misma que él se llevó consigo, sin emitir comentario alguno.
Fue hasta enero que la citó Luis Miguel Q., para informarle que ya no sería directora, pues nombrarían en ese lugar a su hijo, Kalami. La excusa fue el pago por seguros automotrices, que consideraba que era “muy alto”.
“Estamos hablando de autos exóticos, de nueva línea”, se defendió ella. “Las sumas aseguradas eran por arriba de los 300 mil pesos, pero logré reducirlas a 88 mil”.
De nada sirvió, pues Luis ya ni siquiera le ponía atención. En su lugar, comenzó a jugar con un perro que llegó a su mesa, dejándola hablando sola.
“Me tardé una semana en procesarlo, en caer en cuenta que había sido destituida de esa manera”, relata.
Ella continuó trabajando casi todo 2024 en total incertidumbre, pues continuaba encargada de ventas, de los servicios de los carros, de las exigencias personales de los hermanos, y de muchas de las tareas administrativas. Mientras tanto, era asediada con toda clase de pedidos, de reportes, de entrega de documentos. La intención de hacerla renunciar era clara.
Un día, acude a su oficina, en el edificio de Xcaret en la Zona Hotelera, y el guardia le impide ingresar. Tuvo que acomodarse en una bodega.
En mayo sufre una parálisis facial, producto del estrés acumulado. Muchas personas habrían cedido ante esta campaña, pero ella pensaba en los 20 años de su vida invertidos y continuaba.

La cosa empeoró, pues Xotics dejó de pagarle de forma abrupta, y solo cubría su cuota ante el Seguro Social. En los hechos, estaba despedida, pero en lo jurídico, continuaba.
El 30 de octubre, entrega toda la documentación de los vehículos, la que le firman de recibida, y el 7 de noviembre entregó el nuevo software, elaborado durante tres años.
“Ellos me dijeron que ya con eso podían prescindir del personal administrativo. Yo les indique que el software era para eficientar, no para reemplazar, pero me alegaron que pagarle seis mil pesos a alguien ‘era mucho’”, recuerda.
Así era la forma de pensar de los herederos de uno de los imperios empresariales más grandes de Quintana Roo, quienes sin problema pagaban 50 mil pesos por el rin de uno de sus vehículos, pero que se ofendían con la idea de pagarle a alguien más de seis mil pesos de honorarios.
De hecho, a pesar de la flota de vehículos de lujo, y del movimiento de 600 mil pesos que tenía la empresa, ellos solo imponían el mínimo en el IMSS, por solo 10 mil pesos para toda su planilla de trabajadores.
CORRIDA A GRITOS
@conexionhoy FiXcalía de #quintanaroo al servicio de #xcaret ; convierten víctima en presunta #fge #justicia
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Fue hasta noviembre cuando, al ver Luis y Enrique que ella no renunciaba, la citaron con su sucesor, Kalani Q.
“Tal vez pensaron que como yo conocía a este chico desde los siete años, yo aceptaría lo que me planteara”, comentó.
Nervioso, y aceptando no saber “nada de estas cosas”, el nieto del dueño de Xcaret le hace una propuesta de liquidación: 150 mil pesos por 20 años de antigüedad.
“No tengo esa cantidad de dinero, tendrá que ser a plazos”, añade de forma insólita, indicando que podría cubrirle ese monto “en seis o en 12 meses”.
Con mucha “generosidad” le ofreció una carta de recomendación para que fuera a solicitar trabajo a Xcaret, o bien, podrían ofrecerle un nuevo contrato, para que siguiera en la empresa en otras funciones.
“No sé cómo me controlé”, recordó Olivia, quien solo le contestó que lo consideraría.
Ya decepcionada y desencantada de la empresa, habiendo entregado toda la documentación pendiente, decidió hablarle por teléfono a Luis Miguel Q., para saber si quedaba algún pendiente.
Con una actitud arrogante, el millonario comenzó a reclamarle que ella tenía que todavía enseñarle a su hijo cómo funcionaba el negocio (pese a que tenía ya tiempo adiestrándolo), pues el joven le había llamado y confesado que no sabía la ubicación de los vehículos.
La paciencia de Olivia Montes de Oca llegó a su fin, y sin poder reprimir su llanto, le cuestionó si era justo la manera en que era tratada después de 20 años, siendo simplemente “tirada a la basura”.
Luis Miguel estalló, y comenzó a gritarle sin cesar su nombre: “¡Olivia, Olivia, Olivia…!”, y a decir que no la iba a escuchar.
Al poco tiempo después de esa atropellada conversación, Montes de Oca vuelve a enfermar, ahora al colapsar un ojo, por lo que ella finalmente acepta rescindir su contrato.
DOBLE IRREGULARIDAD
Al no recibir ningún tipo de liquidación o finiquito, Olivia acude a inconformarse ante el Centro de Justicia Laboral, en donde los conciliadores, de forma indebida, dilataron su proceso más allá del límite legal, dejándola sin posibilidad de interponer una demanda.
En marzo, al reflexionar el infierno vivido, y al constatar que estos socios y su apoderado la habían difamado ante clientes, ella decide interponer una denuncia penal, por acoso, ante la Fiscalía General del Estado.
De forma increíble, el personal de la Fiscalía se negó en tres ocasiones a recibir su denuncia, que ella ya tenía redactada y sustentada con evidencias. Fueron dos semanas de peregrinajes en distintas oficinas, para lograr, con amenazas de acciones de inconformidad, que un ministerio público, Luis Antonio Pérez Rubio, aceptara recibir la denuncia, por discriminación, y abrir una carpeta de investigación.

La víctima de forma constante debía regresar a la Fiscalía, pues el ministerio público no realizaba ninguna acción, sin siquiera citar a los denunciados, quienes figuraban como “ilocalizables”. Otra agente, Viridiana, asumió como auxiliar para interrogar a sus testigos.
El caso fue enviado a Justicia Alterna, en donde se estancó por meses, ya que la contraparte jamás accedió a acudir a dialogar.
En julio llegó la represalia. Olivia fue notificada que había sido individualizada en dos denuncias penales interpuestas por sus ex jefes. Aunque le brindaron mal el número de una de las carpetas, eventualmente pudo descubrir que eran por “administración fraudulenta”. El ministerio público a cargo: Luis Antonio Pérez Rubio. El mismo agente que tomó su denuncia como víctima, fue el que corrió a Xcaret y ahora la traía a ella como imputada.
Después de 15 meses de sufrir acoso laboral, después de ser engañada por el Centro de Conciliación Laboral, y después de seis meses de perseguir a la Fiscalía para intentar obtener justicia, Olivia ahora es el blanco de una represalia que pudiera incluso llevarla a la cárcel.
Esta es la realidad de la procuración de justicia en Quintana Roo. Si eres mujer violentada, aunque seas trabajadora y cuentes con reconocimientos de la gobernadora, la Fiscalía ignorará tu denuncia; pero si eres empresario millonario, no solo vendrá el agente del Ministerio Público a protegerte, sino que incluso será cómplice en la invención de delitos, para intimidar y silenciar a la víctima.